Los servicios secretos del país europeo han arrestado a media docena de personas sospechosas.
Solo este mes seis presuntos espías han sido arrestados en Alemania, en lo que se ha convertido en un torrente de acusaciones de espionaje ruso y chino.
Para el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), esto ha resultado especialmente embarazoso, porque sus dos principales candidatos para las elecciones europeas de junio próximo se encuentran en el punto de mira.
Un asistente del eurodiputado Maximilian Krah, que encabeza la lista del partido, ha sido arrestado bajo sospecha de espiar para China.
Jian G está acusado de ser «empleado de un servicio secreto chino».
Los fiscales también han iniciado investigaciones preliminares sobre el propio político por los presuntos pagos que habría recibido de fuentes prorrusas y chinas. Krah niega haber actuado mal.
Días antes, Petr Bystron, el segundo en la lista de AfD al Parlamento Europeo, negó las acusaciones de que recibió dinero en efectivo del sitio web Voz de Europa, que según la inteligencia europea había sido una fachada de la inteligencia rusa.
Pero las acusaciones van mucho más allá de AfD.
Dos ciudadanos alemanes de origen ruso han sido arrestados bajo sospecha de conspirar para sabotear la ayuda militar que Alemania brinda a Ucrania, mientras que tres alemanes han sido detenidos por supuestamente planear pasar diseños de motores avanzados a la inteligencia china.
«Es realmente inusual que las detenciones de tres redes (supuestamente) involucradas en algún tipo de espionaje para Rusia y China se produzcan casi al mismo tiempo», dijo Noura Chalati, investigadora del Centro Leibniz para el Oriente Moderno.
En los tres casos de espionaje, se cree que la labor de la agencia de inteligencia interna alemana BfV fue crucial.
«Nuestras autoridades de seguridad… han reforzado enormemente sus esfuerzos de contraespionaje», dijo la ministra del Interior, Nancy Faeser.
Los arrestos se produjeron poco después del regreso del canciller Olaf Scholz de su gira por China, donde mantuvo extensas conversaciones con el presidente de ese país, Xi Jinping.
«El arresto siempre es una decisión política»
Andrei Soldatov, experto en los servicios de seguridad rusos, cree que el caso de la pareja ruso-alemana podría reflejar un deseo del Kremlin de intensificar los ataques a la ayuda a Ucrania.
«Es simplemente un nivel de escalada completamente nuevo», dijo Soldatov a la BBC.
«Estas personas (supuestamente) recopilaron información para ayudar a organizar operaciones de sabotaje contra instalaciones militares en suelo alemán», agregó.
Mientras tanto, Roderich Kiesewetter, un ex oficial del ejército alemán que ahora es diputado de la oposición, alegó que China estaba tratando de obtener acceso a investigaciones avanzadas que podrían ser útiles para fines militares o de otro tipo.
«China ve oportunidades para explotar la apertura de Alemania para acceder a nuestro conocimiento y tecnología», dijo a la BBC.
Aun así, Soldatov cree que Berlín quiere hacer llegar un mensaje.
«Un arresto es siempre una decisión política», afirmó.
«Las agencias de contrainteligencia de todos los países prefieren no arrestar a las personas porque es mejor seguirlas y monitorear sus actividades para aprender más sobre sus redes y sus actividades», explicó.
Una de las razones por las que se pudo haber tomado la decisión política es que los adversarios de Alemania -particularmente Rusia- parecen cada vez más dispuestos a humillar públicamente a Berlín a medida que se vuelve más asertivo en sus relaciones exteriores.
Un punto particularmente bajo fue la filtración en marzo por parte de fuentes rusas de una llamada telefónica entre altos generales alemanes que discutían el suministro de misiles Taurus de largo alcance a Ucrania.
Meses antes, un funcionario de alto rango del servicio de inteligencia exterior alemán BND, llamado Carsten L, fue juzgado, acusado de filtrar información clasificada a los rusos a cambio de pagos de unos US$427.000.
El exministro británico de Defensa, Ben Wallace, expresó la frustración de muchos aliados cuando dijo que Alemania estaba «bastante penetrada por la inteligencia rusa» y «ni era segura ni confiable».
El diputado Kiesewetter, por su parte, dijo que le preocupa que los aliados consideren que Alemania no es digna de confianza.
«Necesitamos ser un socio favorecido (…) No podemos permitirnos una cooperación de servicios secretos sin Alemania», indicó a la BBC.
La exposición pública de presuntos espías puede ser una manera de enviar la señal, tanto a amigos como a enemigos, de que Berlín se está tomando en serio la seguridad.
El BND y el BfV dijeron que no harían comentarios sobre las operaciones en curso. El Ministerio germano del Interior, por su parte, no respondió a una solicitud de comentarios.
Legado de la historia
Las agencias de inteligencia alemanas se han sentido frustradas durante mucho tiempo por las restricciones legales a su actuación, las cuales son más amplias que las pesan sobre muchos de sus contrapartes en otros países occidentales.
Esto, en parte, ese es un legado del régimen comunista en la extinta Alemania Oriental, considerada ampliamente una de las sociedades más vigiladas de la historia.
Se estima que uno de cada 6,5 alemanes orientales era informante de la policía secreta, conocida como Stasi.
Cuando se reveló el alcance del espionaje de la Stasi tras la caída del Muro de Berlín, se impusieron fuertes límites legales a los servicios de inteligencia.
Estas restricciones persisten en gran medida, aunque algunas se han debilitado desde entonces.
Los defensores de los derechos humanos ven esas limitaciones como algo bueno que protege el derecho de los ciudadanos a la privacidad. Pero los servicios de inteligencia se han quejado durante mucho tiempo de que no pueden actuar eficazmente debido a los controles sobre sus actividades.
El año pasado, dos ex jefes del BND escribieron: «Los servicios de inteligencia alemanes, en particular el BND, sufren ahora una supervisión excesiva».
Algunos en los servicios de inteligencia ven los recientes arrestos de alto perfil como una forma de resaltar el alcance de la infiltración extranjera hostil en Alemania y como una oportunidad de reforzar su argumento a favor de más poderes.
El alcance de esta infiltración, dijo Kiesewetter, es en parte un legado de «ingenuidad» política que siguió al final de la Guerra Fría.
«Desde 1990 existe la idea de que Alemania está rodeada de amigos», ironizó.
El parlamentario explicó que el liderazgo germano se centró en los acuerdos comerciales, incluso con países autocráticos como Rusia, y dejó de prestar atención a la seguridad nacional.
«Ya no duerme»
Rafael Loss, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, es más específico sobre lo que salió mal.
La inteligencia alemana disolvió por completo una unidad dedicada a la contrainteligencia en 2002 bajo el mando del canciller Gerhard Schröder.
«Es sorprendente que toda esta unidad de aproximadamente 60 personas fuera completamente disuelta», dijo Loss.
Pero las cosas están cambiando. En los últimos 10 años la plantilla del BfV se ha duplicado.
La reciente avalancha de detenciones muestra que los servicios de inteligencia se están volviendo más asertivos en un país cuya cultura política tradicionalmente ha sido cautelosa con ellos.
«Todos los arrestos a la vez envían la señal adecuada a las naciones que nos espían», dijo Felix Neumann, de la Fundación Konrad Adenauer.
«Alemania despertó y ya no está dormida», zanjó.
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